miércoles, 26 de marzo de 2014

Paseos necesarios





Ayer fuimos paseando por la senda que rodea el pueblo.

Música callada era el viento pasando entre los pinos.

Nos guiaban huellas de pasos de antaño, los mismos, más ligeros entonces, y aquellas músicas de otros vientos, cuyos ecos aún resuenan en nuestros recuerdos.

Íbamos buscando momentos felices que nos va hurtando el tiempo, y mientras, creábamos otros que mañana buscaremos.

Repetimos fotos, gestos y abrazos. Risas y promesas. Muchas risas. Y miradas...

Nuestros pasos sonaban, sobre la alfombra de agujas de pino, como copos de nieve en verano.

De vez en cuando, el amor exige un escenario acorde a su grandeza, y se inventa estos bosques, estos prados, este cielo.

Ahora que veo, tras las cortinas, bailar las ramas del cedro, y que los rayos del sol de marzo me invitan al sueño, me dejo invadir por el recuerdo de su mirada indulgente, su paciente discurso, y las risas y carreras felices que hacen que el tiempo, aunque vaya pasando de manera irreparable, vuelva, como el canto de ese pájaro que ahora me arrulla, a llenarnos de música el corazón.








miércoles, 12 de marzo de 2014

Nieblas

Hoy, la mañana se nos ha presentado envuelta en nieblas.

Parece que fue hace siglos cuando las flores del cerezo nos sorprendían, un año más, en todo su esplendor.
Ahora, sólo un recuerdo, un espejismo.

Supongo que, aunque obvia y manida, nos vale como metáfora. Todo sigue allí.
Lo que subyace a la niebla, lo que trasciende a su manto de opacidad y tristeza, sigue estando allí.

Con esta intuición, con esta fe, la niebla se nos vuelve un hermoso paisaje lleno de luz, de atisbos de luz.
Como el indicio de una hermosa promesa.





                                                                                Fotografía: Bernard Plossu

jueves, 6 de marzo de 2014

Un padre, por Iris Murdoch





"Mi padre era un hombre callado, aficionado a los libros, en cierto modo el ser más apacible

que jamás haya conocido. No quiero decir que fuera apocado, aunque supongo que lo era.

 Su apacibilidad era una verdadera cualidad moral. En este momento puedo representármelo

con tal claridad, inclinándose con su perpetua sonrisa aprensiva para recoger una araña con 

un trozo de papel y arrojarla cuidadosamente por la ventana o ponerla en algún rincón de la 

casa donde nadiela molestara. Fui su camarada, su compañero de lecturas, probablemente 

la única persona con la que sostuvo jamás una conversación en serio.

Siempre sentí que estábamos en el mismo barco, compartiendo la misma aventura. 

Leíamos los mismos libros y hablábamos de ellos: libros para niños, relatos de aventuras, y 

después novelas, historia, biografías, poesía, Shakespeare. 

Disfrutábamos de nuestra recíproca compañía y estábamos ávidos de ella. Esta sí que es una

prueba: más que la devoción, la admiración, la pasión. Suspirar, y hacerlo por la compañía 

de alguien , eso es amor. Recuerdo que en un período posterior de mi vida tuve la sensación

 de que nadie había sabido jamás lo bueno que era mi padre; dudo que ni siquiera mi 

madre lo haya sabido. 

Por supuesto, amaba también a mi madre, pero en ella había un rasgo de dureza del que 

carecía mi padre. Creía en un Dios justo, y quizá esta creencia le haya servido de apoyo 

durante una vida que puede haber sido un tanto decepcionante."
                                                                                 
                                                                                    El Mar, el Mar, Iris Murdoch